Nunca hay suficiente jazz. Este idioma musical se enfrenta a los patrones establecidos, a las convenciones más estrictas. Escuchar jazz nos recuerda que no hay nada escrito, que hay libertad incluso entre los límites de las cinco líneas de la partitura. Quizá ese sea el secreto del jazz, una música imposible de apresar, de predecir, una sorpresa sonora en constante movimiento.
Jazz do it.
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