De niños, queríamos alcanzar la línea del mar que se perdía en el horizonte. Un paisaje plano, límpido, mínimo pero a la vez complejo en su misterio.
La mirada de Nena Malo comparte algo de esa ambición infantil de querer ir hacia lo desconocido y atraparlo. Ella misma, desde pequeña, quería captar cada imagen, cada detalle, congelar el vuelo de una mariposa en primavera. Su formación como fotógrafa ayudó en su desarrollo como paisajista, así como a interpretar la vida, el entorno, los distintos universos creados y por crear.
La naturaleza como una partitura que leer, como una fuente de inspiración y respeto que nos ofrece distintas soluciones.
Espacios únicos que privilegian los atributos de lo que ya existe, pero no se habían mostrado como merecían. Es parte del trabajo como paisajista, humilde y ambicioso a la vez, de Nena Malo. Una paisajista que no se enfrenta al tiempo y al capricho de las modas, sino que rema junto a él, consciente de su poder y su sabiduría. Todo ello para crear sensaciones.